Cómo os comenté en la anterior entrada, hoy hablaremos (un poco más tarde de lo que esperaba) sobre la volatilidad y el riesgo de los diferentes activos de inversión.
En el mundo financiero se suele identificar al riesgo con la volatilidad, siendo esta la desviación estándar de la media de rentabilidad histórica que ha tenido un determinado activo de inversión en un periodo determinado. Los que conocéis el mundo del poker, vendría a ser como la varianza (en realidad la varianza es el cuadrado de la desviación estándar).
La mayor parte de la teoría económica considera que una mayor rentabilidad esperada será siempre consecuencia de asumir un mayor riesgo, entendiéndolo como volatilidad. ¿Es esto cierto en cualquier horizonte temporal?
Fuente: «Stocks for the long run» – Jeremy J. Siegel
En eje de ordenadas se muestra la volatilidad y en el de abscisas el periodo en años en el que se mantienen los activos. Se aprecia como es cierto que en periodos de un año la volatilidad de las acciones es bastante mayor pero a partir de 20 años las acciones se convierten en el activo menos volátil (a partir de los 15 ya casi se igualan) y con mucha mayor rentabilidad esperada tal y como vimos en el Rentabilidad histórica de los diferentes activos de inversión.
Ya queda desmontado el mito de que a mayor rentabilidad esperada hay que asumir mayor volatilidad. Pero, en cualquier caso, ¿Es la volatilidad una buena medida del riesgo? Según esta teoría, que impera en la mayor parte del mundo financiero, una inversión de 100€ que el primer año gana un 10% y el segundo un 50% ha tenido mayor riesgo que una que pierde el 5% el primer año y otro 5% el segundo año, por el simple hecho de desviarse más de la media de su rentabilidad histórica. ¿Tiene esto algún sentido?
De hecho, la volatilidad es lo que permite generar oportunidades de inversión a largo plazo al presentar por un tiempo determinado la posibilidad de obtener un activo a un precio inferior a su valor intrínseco, al que tiende a volver.
Para los «pokeros», se asemeja a la oportunidad que provoca la varianza de generar beneficios en el largo plazo para los jugadores más formados. Si la posibilidad de ganar de un mal jugador fuese nula o muy baja, dejaría de jugar. Es precisamente esa varianza, la posibilidad de que en el corto plazo cualquiera pueda ganar a cualquiera, lo que provoca que sigan jugando y, por tanto, lo que genera la posibilidad de beneficios a largo plazo para el buen jugador.
Entre los jugadores profesionales de poker solíamos decir que «la varianza es nuestra amiga». En la inversión inteligente, «la volatilidad también es nuestra amiga».
Una mejor manera de entender el riesgo es como la posibilidad de pérdida permanente, tal como lo suelen definir los «inversores en valor» y es lo que tenemos que tratar de minimizar. En futuras entradas entraré más en esta filosofía de «inversión en valor «o «value investing» cuyo mayor exponente es Warren Buffett, discípulo de Benjamin Graham y probablemente el mejor inversor de la historia.
Cualquier comentario o duda podéis dejarla un poco más abajo.
¡Hasta la próxima!